14 de enero de 2008



Elucubraciones de ayer y de hoy



Estos días anduve buscándolo no puedo explicar con claridad qué era exactamente, solo tenía una intuición o quizá simplemente eran las ganas, pero esa era“mi búsqueda” .
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Me ha llevado a muy diversos lugares, cerca, lejos, rodeada de una multitud o sola, subí montañas, me sumergí en cálidas aguas saladas, en fin intenté quemar hasta el último cartucho.
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Todo ha sido inútil, vuelvo al punto de partida con las manos vacías y las piernas cansadas.
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Con el agobiante peso que provoca la privación de lo que creía poseer y había perdido irremediablemente, sin tener la suficiente claridad mental para desglosar los días de las noches.
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Había soñado en muchas esquinas con el final pero siempre lograba acomodar la mochila a mi espalda y dándome un empujón continuaba la búsqueda.
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Hoy, doy por finalizada mi cruzada personal, mis esfuerzos estériles me han devuelto al punto de partida, deshago las maletas llenas de mil batallas.
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Hoy siento una alegre tristeza, me rio mientras dejo caer mis lagrimas y ya recibiendo el tierno abrazo de mi sillón preferido dejo que mis pensamientos reencuentren la paz merecida.
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Hoy, siento que ha sido demasiado tiempo de mudanzas de idas y venidas.
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Hoy he tocado mi estrella.
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Hoy cojo mi portátil y escribo, no busco ni quiero más.
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....................Hoy, ya estoy en casa…
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JL en los Afelios me ha dejado rescatar su sillón y yo completé este viaje desde el que escribo

4 de enero de 2008

A la búsqueda del 2008...



Salía el día 30 de la provincia de Madrid, con un sol radiante, iba a despedir el año en un pueblo castellano de esos que dicen ser de la humilde pero seductora España profunda, atravesé el puerto de Somosierra, con una temperatura exterior bastante preocupante, las 12 de la mañana y 0º, que prometía seguir descendiendo, pero el sol seguía claro y despejado de nubes, pocos kilómetros antes de llegar a la zona de Aranda de Duero disfruté de un fenómeno curioso, ví a unos pocos kilómetros una manta de nubes oscuras sobre la carretera, delante de mí, parecía que fuera una pared gris totalmente tupida, al atravesarla me encontré en otro mundo, este era triste, gris, lloroso y muy muy lánguido, pero no me sentí mal por haber dejado atrás la claridad, estaba a gusto, era la unión del invierno, la navidad y mi estado de ánimo, en una perfecta armonía, así tenía que ser y así quería despedir el año.



Mi destino, un hotel de esos que llaman “con encanto”, donde ya me esperaban muchos amigos que no iban a dejar que me descolgara con mis tristes sentimientos, pero en esos momentos lo que quería era disfrutar del viaje que aún me quedaba y me dejé seducir por esos altivos pueblos que aparecían ante mí como contribución de grandes conquistas de caballeros, decidí parar, pasear por ellos y descubrir los rincones que dejaba entrever la espesa niebla, disfruté con cada paso que dí, cada piedra que toqué y dejé que el frío me penetrara pues así me sentía mas cerca de todos los que antepasaron por allí, los de Guzman, los de Aza, tantas nobles vidas que dejaron su marca, y al fin lo conseguí, cautivada me reinventé entre todos ellos.
Aunque muchas veces en nuestra vida, intentamos retrasar lo inevitable, conseguí llegar al destino que ya tenía comprometido, no sin pena, y al final me dejé arrastrar por la alegría, la algarabía y los grandes excesos del buen vino de la tierra que quisimos tener como buen compañero en esa noche de despedidas y bienvenidas, cierto que todo ello contribuyó a terminar la fiesta con la consabida exaltación de la amistad y del recién llegado, el gran bisiesto 2008, en el que os deseo se hagan realidad todas vuestras fantasías secretas (o no).

El pobre objetivo de mi cámara fué incapaz de captar a los fantasmas con los que me topé...