Gritaba con voz chillona, mientras él la miraba con expresión triste
- Cariño mío no puedes comer más, vas a explotar, no has parado de comer en todo el día y el dulce te hace daño
- Eso... quiero… dulc... dulce de!! Grrr fllll aggggggggg dulce de … agggggg
Mas gritos que mezclaba con sonidos guturales, el se acercó, le acarició con suavidad la mejilla y con más paciencia de la que se podría imaginar, le tomó la mano e intentó conducirla al dormitorio, ya pasaba la media noche e intuía que iba a ser otra noche larga y estridente, hoy estaba muy nerviosa, hacia horas que le había administrado su medicación pero todavía no notaba que hiciera ningún efecto somnífero o por lo menos calmante.
- Tonto, idiota, imbelecil, estup… mmm estupido tonto no me toques!!!!
- Mi amor, tranquila, tranquila, ven, quieres que demos un paseo por el porche? hace una noche preciosa..
- Vete tont.. eso idoton, quiero mi…. mi… quiero…
Sabía que la visita de los chicos la había excitado y esta era su forma de expresarlo, en fín, tendría que armarse de paciencia para todo lo que se le venía encima, pero no importaba, la quería con todo su ser, era su chica, su mujer, su amante, no importaba que la maldita enfermedad la estuviera transformando, de pronto parecía una niña desvalida y al instante era como un animal herido para volver al instante a ser niña, ella antes nunca le habría insultado, sabía que no lo sentía, solo era el alzheimer ya avanzado.
Bien, ya, parecía más tranquila con su mirada perdida, esos ojos que tanto adoraba y ahora estaban vacios, pero estaba allí con él, a su lado, sólo pedía a los médicos que le dejaran disfrutar de su compañía mas tiempo, no importaban sus ataques de furia, el ya sabía como relajarla, se sentó en el sillón del porche y esperó hasta ver como ella se acercaba a él y muy despacio dejaba caer la cabeza sobre su hombro, la miró y advirtió una suave sonrisa de felicidad, le acarició su enmarañado pelo, que él todavía sentía suave como el de antaño, era su chica, llevaban casi sesenta años juntos y habían creado una familia, su familia, sus hijos, sus casi quince nietos, en solo unos días llegaría el último a la gran pandilla, y empezó a contarle la historia que mas le gustaba a ella, despacio, casi susurrando…
- Recuerdas princesa, aquella calurosa tarde de julio, entraste en la libreria, buscabas un libro de poesia, cuando nuestras miradas se cruzaron mmm y esos ojos grises tan dulces me miraron y ….
Siguió hablando mientras iba notando su respiración mas suave y acompasada.
- Estás a mi lado princesa, mi vida eres tú, éste instante, ésta noche…
...Siempre contigo

para todos vosotros "queridos abuelos"